jueves, 15 de diciembre de 2011

Otra historia de amor...

Me miró, con los ojos bañados en lágrimas, juntó su frente con la mía y susurró un "te quiero" con el sabor de la pasión que me había regalado hasta entonces.

- Si quererme te va a hacer llorar, prefiero que no me quieras... -le dije, sintiendo como esas últimas palabras me quemaban la garganta.

- No es por quererte que lloro, es por pensar que algún día me digas que tú ya no me quieres igual, por imaginar que un día abriré los ojos y no te vaya a encontrar ni aquí ni en ningún sitio, por creer que llegará un momento en que ya no me necesites...

- Piensas siempre demasiado y ese demasiado, siempre, antes de tiempo. No llores por algo que sólo te imaginas, por algo que realmente no sabes si pasará. Piensa que hoy, ahora, en este momento, te quiero, estoy aquí, contigo, y te necesito. Y a pesar de eso, y por duro que parezca, mi amor y el tuyo nunca serán iguales y, cada día cambiarán un poco más... Pero no puede preocuparte eso ahora, ¿no crees?

- Prométeme que siempre me querrás...

- Prométeme tú que te vas a mantener intacto lo que te queda de vida.

- No puedo... mi cuerpo cambiará igual que mis necesidades a lo largo del tiempo...

- Yo tampoco puedo, entonces, porque mi amor por ti se regirá también por tus necesidades, esas que cambiarán con el tiempo... Y ¿quién sabe? Tal vez seas tú quien deje de quererme primero.

- Imposible.

- Imposible es que yo no te quiera hoy y, aún así, lo dudas.

martes, 6 de diciembre de 2011

fracasar...

Me propuse ser valiente para demostrarle al mundo que no tenía miedo, ni de él ni de lo que pudiera poner en mi camino... Fracasé.

Me propuse mirar con sensibilidad a los demás para comprender todos sus porqués, sus cómos o sus cuándos... Fracasé.

Me propuse no soñar despierta y si lo hacía, saber diferenciar entre sueño y realidad, para no hacerme ilusiones... Fracasé.

Me propuse alzar la voz y plantar cara para que todos supieran que estaba ahí y tenía algo por contar o discutir, si fuera necesario... Fracasé.

Me propuse valorar mis actos y mis pensamientos para sentirme útil o, a veces, necesaria... Fracasé.

Me propuse ganar y tampoco lo logré.
Ahora sólo me queda proponerme fracasar para volver a llegar al fracaso pero aún así triunfar. Ahora sólo me queda esperar a que todo siga saliendo mal, otra vez y una vez más. Esperar a la derrota. Esperar el final.