lunes, 7 de noviembre de 2011

La partida

Desde el primer momento la vida, caprichosa, decidió empezar un juego conmigo. Entre partida y partida, a veces, me regalaba pequeños detalles, en especial cuando yo ganaba. Entre derrota y derrota yo siempre le pedía tiempo para poder descansar, a veces para coger fuerzas para la siguiente partida. Pero poco a poco, cuando las derrotas superaron las victorias, empecé a perder las ganas de jugar. Cansada de perder casi todas las partidas, estuve a punto de abandonar el juego.
Pero en el momento preciso alguien, seguramente más hábil que yo jugando, me dijo algo que intentaré no olvidar:

"No vale la pena rendirse ahora. Piensa que, al fin total del juego ella perderá la partida y nunca más podrá volver a jugar contigo. Retirarse ahora, sólo lo hacen los cobardes. Ella no está siendo cruel contigo, ni siquiera le gusta verte perder. Simplemente está jugando, se toma las normas con filosofía porque sabe que al final, va a perder ella. Quiere entrenarte para que sepas disfrutar de las victorias igual que de las derrotas, porque unas no existen sin las otras; porque para valorar bien las partidas ganadas hay que haber perdido algunas, sino todo sería un simple juego sin ningún tipo de interés.
Ve y sigue jugando con ella. Tómatelo, a partir de ahora, más en serio. Si ganas sabes que puedes seguir tirando los dados y las partidas siguientes serán mucho más sencillas. Si pierdes, la derrota debe servirte para planificar mejor tu próximo juego.

Buena suerte aunque, si no te rindes antes (que no debes hacerlo), sabes que la victoria es tuya."

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