Ya no quedan hombros donde llorar. Las luces de la calle se apagan a tu paso.
Miras al cielo y ves las estrellas. Otra vez te sientes pequeña.
Si hoy te volvieran a preguntar qué tienes de bueno, aún no sabrías que contestar.
Ya no quedan hadas que con su varita te concedan el deseo. No hay piedra suficientemente grande que te ayude a esconderte. No quieres que nadie te vea.
Si hoy te volvieran a preguntar que te ha salido bien, seguirías sin tener respuesta.
Ya no quedan manos que te sequen las lágrimas. Y mientras tanto tu te reprimes, casi hasta explotar. Buscas una salida, una puerta de atrás.
Si hoy te volvieran a preguntar que te ocurre, no sabrías cómo explicar.
Ya no queda aire que respirar. Te vas ahogando, lentamente, hasta que no puedes más. Quieres, pero no puedes, hacer de todo y más.
Si hoy te volvieran a preguntar como te encuentras, desviarías la mirada, por no tener que engañar.
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